jueves, 31 de enero de 2008

El secreto en un Marco

Marco, empleado productivo, sueldo por arriba del promedio. Conserva seducción treintañera a pesar de pancita incipiente.
La corrección es su estilo. Pelilargo, sonrisa de artista, elegante sport. Suspiros femeninos en cuotas, la noche porteña le debe una madrugada y un whisky doble.
Sale de gira, coche gris metal, estéreo a tono, "algunas noches soy fácil, no acato límites".
Mari, dulce morocha, compañera de laburo. Quince años menos que Marco, uno arriba del debut, a dos de viajar sola sin permiso, entre Libertad y Cerrito, muy cerca de Padres Despreocupados.
El sexo no cura pero sabe bien. Los cuerpos le ganan a la mente, y así y todo, nunca dejamos de pensar.
Jefa cincuentona, poder por todos lados, autoridad por los restantes; contactos hasta en la India. La secretaria arregla reunión con Marco. Será el viernes a las 14:00.
La culpa tiene patas largas y cordones cortos. Los cabos no se atan y Marco piensa que ya todo se sabe. La pendejas nunca van a quedarse calladas, es regla. Qué estúpido fui, piensa, mientras baraja 40 excusas desechables al instante.
El despido va a complicar todo. Cómo pasarle guita a ex mujer conflictiva e hija pequeña. Cómo conseguir empleo tras esta mancha en el historial. Cómo mostrarle al mundo que no somos más que mentes que sucumben ante la verdad de los cuerpos.
Pero no, la reunión es diferente. Las paredes blancas, el escritorio sin papeles, la incomodidad de saberse observado. La Jefa se muestra contemplativa, no menciona hecho sexual alguno. Sólo actúa y desabrocha perfumada blusa blanca mientras acaricia el pecho tímido de Marco.
El poder es erótico y la Jefa lo sabe. Hay algo tántrico en eso de mandar y que el resto obedezca. Y la anatomía de Marco responde a las órdenes. Cual astuta prostituta, se deja acariciar, se deja excitar. Por ella. Por la mujer de la que todos hablan. Por la que más temor inspira. Por las dudas siempre llevo preservativos conmigo.
Un hombre sucumbe por la ansiedad de gloria, por una lengua rápida, por un masaje al egocentrismo. Pero Marco, un tipo que ya nada pretende, un sensual conformista, simplemente calla. Las proezas conseguidas mueren en su cerebro. No salen de ahí.
Las charlas con amigos son difíciles. Tener el as de espada y no jugarlo es casi un pecado. Pero si también tenés falta envido, es imposible irse al mazo. El tipo se fue. Siguió en la suya. Admirable habilidad, fuerte disciplina, terrible estupidez, quién sabe.
Los rumores ni siquiera se acercaron a los protagonistas. Marco vendió silencio y cosechó silencio. Nadie se enteró, nadie lo supo, ni los amigos cercanos, ni los hermanos cómplices, ni las futuras parejas.
Años más tarde, una frase en la puerta de un baño daría cuenta de la verdad. Pero esa historia ya no nos compete. Los secretos del pasado son luces lejanas en la oscuridad. Iluminan un camino que no podemos ver.
Lo interesante es pensar en todas las luces que pasamos de largo por ser parecidas y aparentemente iguales a las demás. ¿Cuántos secretos que cambiarían varias vidas nos rozan de cerca sin darnos cuenta? Puedo asegurarles que muchos más de lo que pensamos... pero no puedo decir nada más.

3 comentarios:

juana dijo...

Varon es un relato misterioso,el comienzo previsible, el acoso impensable,oscuridad,secreto,complicidad,lujurialucha de poderes,liderazgo todos estos aspectos se leen en tu relatos abrigados por un eterno silencio compartido

La Celestina dijo...

¿quien no tiene secretos?
¿quien no comparte secretos?
¿quien no recibe secretos?

besos celestes!

acróbata dijo...

el que quiera guardar un secreto, que aprenda a mentir!!!
abrazos grandes varon

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