sábado, 22 de septiembre de 2007

La revancha de los bloqueados

Martina es una chica con sueños. Entre coloridos arpegios de guitarra y revistas de moda proyecta su vida con su príncipe azul francia. Sueña conocerlo una noche primaveral, música de fondo, tragos sencillos y besos de frutilla. Su edad delata el origen de las fantasías: 20 abriles, capullo en flor, ya dejaste los quince pero estás lejos de los treinta.

Martina estudia arquitectura. Carrera tradicional para chica salida de película yanqui. Pómulos rosados, estatura ideal, pechos de miel, aliento a menta fresca. Sí, tanto el hombre de la obra de la esquina como el más reconocido ejecutivo giran sobre sí al verla caminar por Palermo. También el chico del walkman que viaja apretado en el 39 y el viejo del bar que se esconde detrás del Clarín de ayer.

En el ajetreado Almagro encontramos a Gastón. Se parece a esos pibes de reality show. Corte moderno, mechas acariciando el rostro, camisa abierta, barbita de dos días y movimiento canchero. También se fijó en Martina. Fue una noche de sábado. La estación del amor trajo ese calorcito que invita a sentarse en las mesas de afuera de los pubs. El cruce de miradas llevó al “me animo” y el “me animo” al diálogo.

El beso fue soñado. Un gusto frutal amentolado dibujó las percepciones. La luna no se movió, pero por un segundo resplandeció. Le guiñó el ojo a la situación, mientras la música de Bee Gees sonaba más fuerte. No sé si era la del pub o la que Martina imaginaba. Intercambio de números celulares, sonrisas blancas por todos lados y proyectos en mente.

Martina es de pensar en el nombre de los nietos antes del primer roce. Sabía que llamaría a la noche siguiente. Estaba convencida que el destino le gana a la razón, que el perfume de una mujer bonita es más fuerte que un equipo de rugby (¿o era una yunta de bueyes?).

Algo curioso ocurrió esta vez: Gastón no llamó, no envió mensajito, no maileó a nadie ni se conectó al MSN. Los parámetros normales de seducción y conquista amorosa se veían revolucionados por el no accionar de un hombre. A medida que pasaban los minutos, Martina desesperaba. Ni la serie del momento o las milanesas de mamá pudieron distraerla. No había apetito para nada. La autoestima estaba herida. Sí, las chicas lindas también lloran.

“Hay cosas que se aprenden así, nadie te las cuenta”. “Uno no sabe lo que le pasa al otro por la cabeza, es algo que no controlás”. “Dejate de joder, cuando te quieras acordar aparece otro que sí te va a valorar”. Sabios consejos de Tamara, hermana mayor, sobreviviente de muchos rounds en los rings del amor.

En el oscuro rincón de un restaurante cerrado de Almagro, una barra de amigos brinda con Gastón. La revancha había llegado. Tantas llamadas no contestadas, tantos mensajitos ignorados, tantas bloqueadas en el Messenger tuvieron consuelo. Martina”Histérica” Ricardi, como todos la conocían en el ambiente del romance juvenil, también sintió en carne propia el hielo de la indiferencia. El golpe al alma que duele menos de lo que enseña.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Última versión fraudulenta sobre el porqué de la vida

A veces gano, a veces no. Pucha que esa frase tiene sentido. Dicen que la vida está compuesta por dos ingredientes esenciales: ganar y perder. Triunfa el que trabaja, estudia, tiene el cuerpo de Rocky y el sueldo de Suar. Es derrotado el que trabaja, estudia, tiene el cuerpo de Apollo y el sueldo que roza la canasta básica.
En esta maquinaria estamos insertos todos. Los lindos, los feos, los ricos y los pobres terminaremos siendo polvo. "En el mismo lodo, todos manoseaos".
5 pm de una tarde blanca. Ruidos lejanos de colectivos viejos estropean el silencio. Pensamientos invisibles profundizan la jaqueca. Alguien me mira desde la ventana de enfrente. Un pájaro canta hasta morir. Sólo tengo una certeza: la fecha de vencimiento está sellada en mi rostro y opaca mi mentira.
Todos mentimos. Todos reímos en el intento de fingir lo inevitable. Nacemos con una condena y tratamos de que no se note. El tema es qué hacer mientras estamos despiertos. ¿Nos recibimos de abogados? ¿Nos dedicamos a la metafísica? ¿Buscamos una respuesta?
La vida te va llevando. Los amigos encuentran otros amigos y tus novias otros novios. No soy víctima, también lo he hecho. No soy botón, tengo códigos. No sé que hacer, vos tampoco. Debe haber un Dios, alguien que haya pensado todo esto bajo alguna razón. Somos lo suficientemente perfectos como para avanzar sin encontrar soluciones definitivas. O somos parte de un Gran Hermano Mundial Hiper VIP, Mega Trend, Fashion Mind. Nos auspicia el planeta Tierra y el premio es la pastilla que tomó Neo en Matrix.
Borges fantaseaba con que Dios estaba en un libro. Mejor dicho "en una de las letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum". El bibliotecario del relato, de siniestras gafas negras, agregaba: "mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego buscándola". Si supieran que el cuento se llama "El milagro secreto" podrían imaginarse que todo laberinto tiene una salida.
Han leído estas líneas. Primero con resignación, luego con expectativas, luego con resignación. ¿Acaso esperan que alguien desde un blog les diga cómo sigue todo esto? Chicos y chicas, acuérdense que para preguntar somos todos sabios. El tema pasa por las respuestas.
Voy por una ducha, un jugo de limón y un cuaderno de anotaciones. Estoy a un click de convertirme por un segundo en el último hombre del universo que se ha preguntado por su causa. En un instante, otro lo habrá hecho. Dejaré mi anónimo puesto de privilegio para caminar por la vida como un mortal más. Ya me siento mejor. Les paso la pelota a ustedes. Chau.

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