lunes, 26 de abril de 2010

Mi novia de Facebook

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Para hacerla fácil y no entrar en tanto detalle la resumo así: tuvimos una historia fuerte, intensa, breve. Se ganó una beca y se fue a vivir a Italia. Y cuando las cosas se cortan de golpe te dejan con ganas de más. El viejo anhelo de lo imposible.
Sacamos nuevos disfraces del placard: nos convertimos en filósofos, historiadores, Sherlock Holmes. Qué hubiera pasado si… creo que era el amor de mi vida…Y más conclusiones por el estilo, llenas de puntos suspensivos.
Mientras, la posmodernidad no te deja recuperar. Te pone una computadora enfrente y te abre una ventana hacia las vidas de los demás. Le importa un carajo que vos estés hecho pelota y en modo “olvidar”.
El sistema te lleva a espiar y rebobinar. Por eso te muestra las fotos, los videos, los comentarios y mails de ayer y hoy. Y lo que ella está pensando en este mismo momento. Ves sus imágenes con otra gente en Roma, en Milán, en Florencia. Y los tanos son bien facheros. Y europeos. Y se visten mejor. Y tienen un máster. Y ganan en euros. Y la abrazan por la cintura. Y vos acá. Entre clickear o no clickear.
Entrás en el juego de los mensajes en diferido, en la telaraña del chat, como si estuviera a la vuelta de la esquina. Tratás de tocar temas profundos, aunque sólo lográs hablar de Michael, Ricky, el clima allá, cómo está Buenos Aires, qué tal tu semana.
Le contás tus teorías más cotidianas y apelás a la nostalgia. Los que en el bondi se ponen en la puerta de salida cuando en realidad no van a bajar son fascistas, buscaroñas y gozan con el sufrimiento ajeno. Y leés un jajaja. Se te cae el mundo. Extrañás su piel. Y su manía de jugar con las luces de los telos. Para que la veas desnuda, pero no tanto.
Ella te sigue enviando sus escritos y cuentos en .doc. Y dejás en claro tu posición, sabiendo de sus continuas crisis:

Creo que escribir este tipo de cosas es mejor terapia que cualquier pastilla. Que estás menos loca de lo que pensás (aunque lo estás, no te voy a mentir). Que hay mucho arte en vos. Y está muy bueno que lo dejes salir y lo compartas con el mundo.
En este tiempo creciste un montón. Como escritora. Pero primero como persona. Si esto fuera un cuaderno de comunicaciones para tus viejos, pondría "vas bien, seguí así". Y dos caritas sonrientes.

Ella lo aprecia. Vos te sentís naif pero conectado.
Y un día, tras meses de sanar, casi acostumbrado a tu vida sin ella, te sorprende un email titulado “Vuelvo”. No me pregunten por qué, pero automáticamente pensás que es por vos. Y tu autoestima te acaricia. Va a cruzar el océano para verme, para ver cómo sigue lo nuestro. Y ella –o lo que vos interpretás de ella– envía las mismas señales. Las que confirman lo que pensás.

Al tiempo estás en un bar de Devoto. Llueve, como siempre cuando están juntos. Ella pide el mismo daikiri y lleva el mismo perfume. Porque el tiempo no pasó. Le pusimos algodón con alcohol y cicatrizó solo. Y acá estamos, otra vez los dos. Sí, acá estamos. Contás un par de anécdotas graciosas, rememorás viejos tiempos.


Ella se ríe y después empieza a llorar. Te habías olvidado de esos detalles. Y vos seguís en la misma frecuencia idiota, como siguiendo un guión:

Está muy bien que llores y te desahogues. Yo estoy. Lo único que después tenés que levantarte y salir a pelearla con más fuerza. ¿OK?

Me abrazó. Lloró. Me observó, directo a los ojos. Y supo que no había leído su última actualización en Facebook. Mientras se secaba con mis Elite, me contó que estaba en una “relación complicada” con un italiano. En dos meses él se venía para acá a vivir con ella.
Como humano la escuché. Como hombre, me liquidó. Ya sin margen de reacción y medio abombado por el panorama, me mostró su Iphone: “M. está en un bar con su amigo D.”. Y un tal Alessandro “likes this”.  En qué momento había tipeado. Desde cuándo era su amigo. El mundo se enteraba en vivo y en directo, incluso antes que yo, de mi eterna boludez. El europeo disfrutaba desde su casa. El colmo del ridículo.
Antes de “eliminarla” de mis “amigos” le saqué una foto a una licuadora y la etiqueté con su nombre. En el “caption” agregué: es una fría y despiadada máquina que da mil vueltas y escarba profundo. Remueve cáscara y piel, sólo deja la pulpa. Ideal para frutas en estado de maduración.
No sé qué habrá pensado ella, no le di tiempo. En lo que respecta a mí, mal no me fue. Lo sutil también es popular. Chequeá mi wall. 14 nuevas solicitudes de amistad. Todas mujeres.


(Imagen extraída de aquí)

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