Stella, chica refinada, paradigma del glamour, habitué de boliches top y música by DJs.
Walter, como se dice en el barrio, un toque más guarro. Viveza criolla, fútbol y chori, cuartetazo de corazón.
Alguna noche se conocieron en un rincón de Buenos Aires. El flechazo pudo más y al año compartían 2 ambientes con balcón en Almagro.
Al tanto del estilo de Walter, Stella estableció reglas de convivencia claras.
El que cocina no lava; antes de abandonar el toilette, fósforo o Lysoform fragancia aires de montaña; post ducha, cero pelos en la rejilla; hacer la cama antes de partir a la mañana; si se llega tarde –por reunión laboral o cena con amigos– se avisa con la debida antelación. And last but not least, levantar la bendita tabla del inodoro.
Walter respetaba, con mucha dificultad. Cada tanto algún desliz. Y la ira de Stella. Y el ya te lo dije. Y el no podemos vivir así, en la roña total. Y mucho más por el estilo. Sobre todo cuando el día de ella en la oficina había sido complicado.
Los límites son importantes. Impiden pasar al otro lado sin el debido permiso. Como la velocidad en las calles. Como las fronteras de los países. El tema es que Walter tenía el pasaporte al día y frenos ABS. Y lo prohibido tienta más.
En pocas palabras: Stella llegó antes de lo previsto del reencuentro con las chicas del secundario. Si lo encontró a Walter en boxer fue porque cerró la puerta de entrada muy fuerte, lo que le dio tiempo a una mínima reacción. La chica no tendría más de 21 años. Y las tetas operadas. Escándalo total.
La falta de tacto de Walter se hacía notoria en este tipo de situaciones. Tampoco es para tanto. Las reglas no decían nada en contra de esto, atinó a comentar. La separación fue inmediata.
Y Stella volvió a su soledad. El sueño del marido y el hijo aplicado se desvanecía en la e azul del Explorer. Porque todos buscamos distraernos, no pensar en lo que nos hace mal. Y en su caso, el refugio era Internet: las canciones de You Tube, las fotos de los desconocidos de Facebook, las noticias de los diarios online. Hasta el blog del Varón.
Tuvo algunas salidas con otros hombres. Pero la montaña se hace cuesta arriba cuando hay que empezar de cero otra vez. No podría soportar otro “conocer a sus padres”, otro primer aniversario, otro viaje a Mar del Plata como prueba de convivencia. Ni siquiera hacer la fila del cine. O tener que escuchar la chicharra corta turnos en el hotel alojamiento (no llevaría a nadie a su ex nidito de amor).
Típico de comedia romántica, típico de vida real. Stella empieza a extrañar a Walter. Siente que su destino es con él. La existencia no tiene el mismo sentido sin esos platos sucios en el fregadero, sin esas gotitas en el inodoro, sin esa presencia bruta, masculina, sexual, sin dormir en su pecho.
El teléfono de Wally no tardó en sonar. Charla breve para problema grande. Decidieron volver a intentar. Pero ignorar el orgullo tiene su precio.
Es claro, algunas cosas cambiaron. Ahora las reglas las pone Walter.
13 comentarios:
Cagate Walter!!!!! jajajaja
Mmmmm, grave error el de la tal Stella
Las segundas partes nunca son buenas, a menos que se haya pensado en tomar revancha :-) Muy lindo relato!
Mi reflexión es que los cuernos nunca son culpa SOLAMENTE del infiel. Como todo, en una historia de pareja los fracasos y triunfos son de a dos.
También opino que la soledad es una mala consejera.
ya se arrepentira stella.
Son cosas que pasan en la convivencia… las reglas están hechas para evadirse…
Como siempre, muy buen relato Varón. Saludos y hasta la próxima.
Muy bueno Die! en muchas partes me senti recontra identificada, pero no apuesto por las segundas partes, son dificilisimas. Besotes
Quienes hemos intentado la convivencia siendo muy jóvenes no podemos dejar de sentirnos rotunda, tremendamente interpelados y reflejados en este relato. Esto es, otra vez, un logro de su autor, que, cuando hace foco y encuadra, logra una profundidad de campo notable (en jerga cinematográfica).
Pero más allá de tomar partido por Stella o por Walter, queda claro (en el cuento, en la experiencia) que la convivencia es establecer un código. Muchas veces injusto, muchas veces práctico; otras, sólo para evadirlo (como dijo mi amigo Viento a contramano).
Sólo podemos sobrevivir si aceptamos que el código se quiebra y aprendemos a llenar el vacío (con otro código, más permeable, más realista).
Por eso el cuento tiene una resolución inteligente, veraz: las historias de amor que perviven lo logran gracias a un cambio de contrato y una deposición del orgullo.
Y otra cosa: no hay segundas partes en el amor. Todos los amores son en presente. Sólo la muerte puede terminar definitivamente con un amor. La posibilidad del rencuentro está siempre, pese a quien le pese.
Quizás no sea una segunda parte. Nunca dejaron de amarse y se vuelven a dar la oportunidad de intentar ser feliz. A veces la felicidad y el amor no van por la misma senda.
Muy lindo relato
Muy bueno Dieguito.
Como dijiste me sentí muy identificado. No por la infidelidad pero si con el de la segunda vuelta y con el código.
ME parece que es claro que las personas mas de grande ya no cambian... es bueno buscar un acuerdo pero la prohibición y las reglas a raja tabla llevan a cosas asi... al cansancio, al desamor y como Walter a la infidelidad.
Mejor saber dar lugar al otro y no darte cuenta como dice el dicho de lo bueno cuando lo perdes.COmo siempre muy bueno Diego!
Saludos!
Todo vale a la hora del amor, sin juzgarlos, quizas stella se anima a fijar nuevas reglas, tal vez walter pueda empezar a cumplirlas por sentirse en deuda, o más libre...
linda historia, saludos!
me gustó leer esta historia, lamento que la vuelta sea por necesidad y no por amor...bahh eso es lo que me llego a mi desde la pantalla pero la verdad, no lo sé...ellos sabrán?
Por dónde dejo el marcapáginas?
He leído dos historias y los comentarios y me parecen tan divertidos unos como otros jejeje
Hazme de guía! A cambio te dejo estrellitas ******
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